Probiotiques naturels pour la sérénité et la flore intestinale

Un nudo en el estómago, un nudo en la barriga… Todas estas expresiones reflejan una realidad: siempre hemos sentido nuestras emociones en la barriga. Ya se trate de estrés, ira, ansiedad o sensaciones de bienestar y plenitud, estos sentimientos son producto de nuestro cerebro e influyen en nuestro intestino. Pero también pueden originarse en nuestro sistema digestivo, que envía información al cerebro. Nuestras emociones y estos dos órganos “intestino-cerebro” tienen una conexión fuerte y muy singular, en la que la flora intestinal desempeña un papel clave.

El intestino, nuestro otro cerebro…

El aparato digestivo es mucho más complejo que una simple máquina de procesar alimentos. Sus capacidades superan las de todos los demás órganos y rivalizan incluso con las del cerebro. Dado que el intestino tiene su propio sistema nervioso, conocido en la literatura científica como sistema nervioso entérico, la medicina solía considerar que el aparato digestivo funcionaba independientemente del cerebro. Sin embargo, ahora está claro que estos dos órganos están estrechamente relacionados y que existe un “eje intestino-cerebro”. En realidad, nuestro aparato digestivo es mucho más delicado, complejo y potente de lo que pensábamos. Según estudios recientes, las interacciones entre el intestino y los microbios que alberga pueden influir en nuestras emociones, nuestra sensibilidad al dolor, nuestras relaciones con los demás y nuestra toma de decisiones, y esto no se limita únicamente a nuestras elecciones alimentarias o a la cantidad de comida que ingerimos. La expresión “pensar con las tripas” adquiere un significado neurobiológico que revela la importancia de la compleja comunicación entre las tripas y el cerebro a la hora de tomar decisiones cruciales en nuestras vidas.

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…¿y la clave para controlar el estrés?

La serotonina es una hormona muy conocida por su actividad esencial sobre el sistema nervioso. Apodada con razón la hormona de la felicidad, es también una molécula de señalización que desempeña un papel crucial en el eje cerebro-intestino. Esencial para el buen funcionamiento del aparato digestivo -interviene, por ejemplo, en las contracciones coordinadas que desplazan los alimentos por el tubo digestivo-, también interviene en ciertas funciones vitales como el sueño, el apetito, la sensibilidad al dolor, el estado de ánimo y el bienestar general. Debido a su gran implicación en la regulación de algunos de estos sistemas cerebrales, esta molécula de señalización es la principal diana de una clase de antidepresivos: los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina. En general, podemos suponer que cuanta más serotonina tengamos disponible en nuestro organismo, mejor será nuestra salud mental. El intestino es el mayor almacén de serotonina del organismo. El 95% de la serotonina de nuestro cuerpo se almacena allí. Por tanto, una buena salud intestinal puede ser crucial para una buena salud mental.

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El papel de los microorganismos en la flora intestinal

Los recientes avances en la comunicación entre el intestino y el cerebro han atraído la atención de investigadores y medios de comunicación en los últimos años. Estos sorprendentes descubrimientos incluyen la posibilidad de modificar el comportamiento de un ratón “tímido” transfiriendo la flora intestinal de un ratón “extrovertido”. Del mismo modo, trasplantar la microbiota de un ratón obeso con un apetito voraz puede transformar a un ratón delgado en un animal hiperfágico. Además, el consumo de yogur enriquecido con probióticos durante cuatro semanas puede reducir las reacciones emocionales negativas en el cerebro de mujeres sanas. Estos ejemplos ilustran la capacidad de los microbios intestinales para influir en procesos tan complejos como el comportamiento humano, el apetito y las emociones. Pero, ¿cómo pueden estas criaturas invisibles comunicarse con nosotros? ¿Cómo podemos oírlos? Los microbios no sólo se encuentran en el interior del intestino. Muchos de ellos viven en una fina capa de moco y células que recubre la pared interna del intestino. En este entorno único, los microbios están muy cerca de las células inmunitarias intestinales y de los numerosos sensores celulares que registran nuestras sensaciones intestinales. En otras palabras, están en estrecho contacto con los sistemas de recogida de información más importantes de nuestro organismo. Esta posición les permite captar las señales emocionales que el cerebro envía al intestino, como el estrés, la alegría, la ansiedad y la ira, aunque usted no sea plenamente consciente de ellas. Pero no sólo captan estas señales. Los microbios intestinales también son capaces de influir en nuestras emociones generando y modulando señales que el intestino envía después al cerebro. Así que lo que empieza como una emoción en el cerebro tiene un efecto en el intestino y en las señales emitidas por nuestros microbios intestinales, que a su vez se envían de vuelta al cerebro, reforzando o prolongando el estado emocional en el que nos encontramos.

Le microbiote intestinal au cœur du dialogue intestin-cerveau

Mecanismos de acción de los psicobióticos.

Ya se han identificado varios mecanismos por los que la microbiota afecta al cerebro. Intervienen dos tipos de moléculas: las producidas por las bacterias durante su actividad metabólica y liberadas en el intestino, y las que constituyen la envoltura, los cilios o los flagelos de las bacterias (prolongaciones con funciones sensoriales o motoras).

El efecto de estas moléculas en el cerebro puede ser directo o indirecto. En el primer caso, pueden pasar al torrente sanguíneo o activar las vías nerviosas de la mucosa intestinal. En el segundo caso, estas moléculas pueden inducir la liberación de determinados compuestos de la mucosa, que a su vez circulan por la sangre o activan los nervios. Las bacterias intestinales producen diversas moléculas en el intestino, que pueden ser transportadas por la sangre hasta el cerebro. Sin embargo, un desequilibrio en la microbiota, causado por ejemplo por una infección o un tratamiento con antibióticos, puede provocar a veces una producción excesiva de algunos de estos compuestos, que se vuelven tóxicos para el organismo y pueden ser responsables de trastornos cerebrales. Por tanto, una flora intestinal equilibrada y rica en probióticos puede ser esencial para el equilibrio mental y para controlar el estrés y la ansiedad. Aunque aún queda mucho por descubrir sobre las causas precisas de la influencia de estos microorganismos en el funcionamiento de nuestro cerebro, sus beneficios están cada día mejor documentados.